Pese a lo religioso de sus orígenes, la acepción actual del término Mindfulness (también conocido como plenitud de conciencia o conciencia plena) se refiere por lo general a liberar el estrés inherente a estos tiempos acelerados, a través de técnicas que permiten alcanzar un elevado nivel de concentración y atención. Pero lejos de tratarse de una práctica minoritaria, el grado de repercusión social de esta nueva y utilitaria (y también polémica) visión de la meditación ha alcanzado diferentes aspectos de la sociedad, introduciéndose en algunas empresas como un método de paliar el estrés generado por determinadas condiciones laborales, así como en muchos hogares como una forma de relajación o, también, en el mundo educativo. Pero ¿cómo ha llegado el mindfulness a las aulas? ¿Y qué beneficios tiene, desde una perspectiva educacional?
Historia de una práctica en auge
Aunque pueda parecer una práctica relativamente nueva, con pocos años de vida, lo cierto es que el mindfulness entendido como método para aliviar el estrés psíquico y/o físico nació a finales de la década de los 70, siendo utilizado con fines terapéuticos para ayudar a personas con problemas psicológicos. Derivado del sati (parte de la tradición budista) y de otras técnicas de meditación, el mindfulness irrumpió en Occidente de la mano de la recuperación de tradiciones orientales que se dio durante la década de los sesenta, teniendo como adalides a personas como Thích Nhất Hạnh, Herbert Benson, Richard J. Davidson o, muy especialmente, Jon Kabat-Zinn.
En 1979, el profesor Kabat-Zinn fundaba el Mindfulness Based Stress Reduction Clinic (o Clínica de Reducción del Estrés Basado en la Atención Plena, en su traducción al castellano), dentro del Centro Médico de la Universidad de Massachusetts, y cuya base era, como su nombre indica, el mindfulness. El propio Kabat-Zinn definía esta práctica como un grado de atención que se sostiene en el aquí y ahora, y que no ejerce ningún juicio de valor sobre su objeto de concentración. En consonancia, el programa impulsado desde su clínica implicaba para sus pacientes una puesta en práctica informal, integrada en sus rutinas diarias, del mindfulness. Un grado de integración que, aún hoy, se prolonga durante las ocho semanas de duración del programa de Kabat-Zinn, con la meditación y su aplicación cotidiana como tema principal alrededor del cual giran reuniones, tareas y entrenamientos. Su popularidad, y numerosos especialistas salidos de la clínica fundada por Kaba-Zinn, propagaron la utilización del mindfulness durante las siguientes décadas, introduciéndose en campos como la sanidad o la educación especial, e incluso en contextos posbélicos, marcados por el estrés postraumático.
Pero no fue hasta el año 2000 cuando se inició The Inner Kids Program, basado en el mindfulness y pensado para los niños y niñas de escuelas públicas y privadas de Los Angeles, en los EE.UU., dando inicio a la expansión de esta práctica en muchos colegios estadounidenses, antes de dar el salto a través del Atlántico y desembarcar en Europa, donde pese a su relativa implementación va ganando impulso en cada vez más centros educativos.
Beneficios de la atención en tiempos de la multitarea
Pero su introducción en las escuelas no es tarea fácil, principalmente porque requiere de uno o varios espacios que permitan desarrollar su puesta en práctica de forma efectiva. O lo que es lo mismo, hay que disponer de un lugar en el que reine una tranquilidad y silencio muchas veces ausentes de los centros educativos. Aunque, si disponemos de estos lugares y, sobre todo, de una o varias personas más o menos especializadas en estas metodologías, y que sean capaces de trabajar de forma coordinada con el equipo docente de la escuela, vuestros alumnos gozarán de las siguientes ventajas adscritas a la práctica del mindfulness:
- Como era de esperar, genera una mayor atención en el alumnado, mejorando su capacidad de concentración y, por ende, también de relajación y sosiego. Quizás por eso se considera que el mindfulness afecta positivamente al rendimiento creativo de los que lo practican.
- Desde un punto de vista terapéutico, reduce considerablemente el estrés y la fatiga que de él se deriva, sean cuales sean sus causas, mejorando la autoestima de sus practicantes y su relación con los demás.
- Da pie a una mayor introspección por parte del alumnado, tal y como ocurre con otros tipos de meditación.
Una serie de beneficios que sirven tanto dentro como fuera del aula, y que pese a resultar más efectivos en edades tempranas (ya que la plasticidad del cerebro es mayor en esos momentos de la vida), también pueden mejorar la calidad profesional y vital de docentes y demás personal de la escuela, incluyendo a las familias.
¿Practicáis el mindfulness en vuestros centros escolares? ¿Qué efectos tiene sobre el alumnado? Compartid vuestras impresiones con todos nosotros, así como este post con vuestros contactos.
Para saber más:
Artículo: Educación consciente: Mindfulness (Atención plena) en el ámbito educativo. Educadores conscientes formando a seres humanos conscientes, por Israel Mañas Mañas, Clemente Franco Justo, María Dolores Gil Montoya y Consolación Gil Montoya.
Video: Mindfulness en la Educación, por Jon Kabat Zinn.
Video: Ponencia inaugural. II Congreso de Mindfulness en la Educación, por Javier García Campayo.