Las
infografías son una herramienta de transmisión de conocimientos bastante
habitual en este blog.
Pero ¿en qué consisten, realmente? Entendemos
por infografía una representación visual del contenido de un texto, hecha con
finalidades informativas, y que puede combinar imágenes, gráficos o texto,
entre otros elementos. Por eso, y pese a que su finalidad didáctica la hace
especialmente interesante desde una perspectiva educativa, su aplicación se da
en ámbitos de todo tipo, desde el periodístico al promocional. Aunque, como no
podía ser de otro modo, en el presente artículo nos centraremos en sus
beneficios pedagógicos y posibles formas de implementación en el aula.
De la infografía como herramienta de
enseñanza
A
decir de muchos, los orígenes de la infografía se remontan a los jeroglíficos
del Antiguo Egipto, que explicaban de forma visual e icónica una serie de
conceptos que, planteados de este modo, resultaban comprensibles para los que todos
aquellos que los leían. Una tendencia imitada durante la Edad Media, que
permitía a los analfabetos recibir una serie de mensajes que, puestos por
escrito, jamás habrían llegado a sus receptores, y desarrollada de forma más
decidida durante el Renacimiento. Pero, a pesar de estos precedentes, se
considera que la primera representación infográfica, en el sentido que se le otorga
a este término en la actualidad, tuvo lugar en 1806, cuando el periódico The
Times introdujo una infografía sobre un asesinato entre sus páginas. De hecho,
su uso mayoritario se dio a lo largo de los años en el sector periodístico,
pese a que la irrupción de las
Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) a finales del siglo XX
trajo consigo una enorme expansión de esta práctica, gracias a la facilidad
que ofrecen estas tecnologías para la creación de infografías digitales.
Una expansión que, como no podía ser de otro
modo dadas las posibilidades didácticas de esta práctica, caló hondamente en el
mundo educativo. En este terreno, podemos destacar dos motivos mayoritarios de implementación:
- Como
una forma de presentación de información
por parte del profesorado, hecha con el objetivo de que su transmisión
resulte más atractiva para el alumnado que si se tratase de un texto escrito.
Así, su aprendizaje es, potencialmente, más efectivo.
- Como
una metodología de la cual el alumnado
puede hacer uso a conveniencia, desarrollando así su alfabetización
informacional y su alfabetización
digital.
Dos
vertientes que no resultan gratuitas desde una perspectiva educativa si tenemos
en cuenta que una parte importante de la información que retenemos los seres
humanos es a través del sentido de la vista y que, gracias en parte a las TIC,
que han impuesto la audiovisualización
de la mayoría de contenidos disponibles en la Red, vivimos en una cultura
visual. Pero, pese a que todos estos factores pueden hacer pensar que su
implementación puede ser más o menos fácil, la creación de una infografía
requiere seguir una serie de pasos para su correcta elaboración.
Diseña tu propia infografía
La
sencillez de la que hacen gala las mejores infografías puede hacer creer que su
elaboración es una tarea fácil o rápida. No siempre es así: alcanzar este grado de sencillez
comunicativa requiere sintetizar una información que a veces puede resultar
compleja para convertirla en un diseño visualmente funcional y, siempre que
sea posible, también atractivo. Lo que intentaremos ayudaros a conseguir a
partir de los siguientes pasos:
- Elegir un tema,
escogido a partir de la información sobre la que se quiere hacer la infografía.
- Recoger los datos necesarios para su
composición, a partir de la información disponible que se
desea convertir en infografía.
- Estructurar la información recogida,
teniendo en cuenta factores tan variados como el orden en el que se mostrará en
la infografía, y que puede ser causal, cronológico o lógico, hasta las personas
a las que irá dirigida y sus capacidades para asumir y entender lo que en ella
se expondrá.
- Creación de la infografía,
teniendo en cuenta que elementos gráficos utilizados para la misma como el
color, la tipografía o hasta el tamaño de los elementos que la componen, contemplen
aspectos como el grado de facilidad de su lectura o que la información que se pretende transmitir sea relevante para
el aprendizaje del alumnado. Igualmente, y de cara a su elaboración definitiva,
os recomendamos la utilización de programas tan intuitivos como Canva,
PikToChart
o easelly,
entre los muchos disponibles a través de Internet de forma totalmente gratuita.
Sobre
este último punto, pensad que, como os comentábamos hace unas líneas, si vuestra infografía resulta atractiva a
ojos de vuestros alumnos probablemente despertará un mayor interés por la
materia que intentáis transmitir. Pero a pesar de este consejo, también os
advertimos sobre los peligros de supeditar este interés al objetivo principal
de esta metodología: sintetizar una información escrita de forma entendible
para vuestros alumnos de cara a facilitar su aprendizaje y que éste sea más efectivo.
¿Utilizáis
infografías en vuestras clases? ¿Qué opinión os merecen como herramienta
pedagógica? Compartid vuestras experiencias con todos nosotros, y este post con
todos vuestros contactos.
Para
saber más:
Artículo: Elaboración de infografías: hacia el desarrollo de competencias del siglo XXI,
por Cristian Roney Aguirre, Eduardo Menjívar Valencia y Heimi Liliana Morales.
Tesis: Infografía didáctica: producción
interdisciplinaria de infografías didácticas para la diversidad cultural,
por Nancy Reinhardt.