Entendida, entre otras posibles acepciones, como la capacidad existente en toda persona para reconocer y aceptar las consecuencias de su libre actuación, el término responsabilidad ha sido probablemente, y a lo largo de las últimas semanas, uno de los más presentes en nuestras conversaciones cotidianas, en los medios de comunicación e información que consultamos a diario y también en algunas de las acciones que hasta no hace mucho emprendíamos de forma mucho menos consciente. Omnipresencia a la que no han sido ajenos los niños y niñas que de un tiempo a esta parte han recuperado al menos una pequeña parte de su libertad de movimientos, y que han demostrado, al igual que muchos de sus mayores, un grado de responsabilidad para con los demás y la crisis sanitaria actual, que no siempre ha sido fácil de gestionar.
Por eso, desde aulaPlaneta queremos aportar nuestro pequeño grano de arena al esfuerzo llevado a cabo por todos estos infantes a través de un conjunto de apuntes y consejos para que podáis hacerles más llevadero su proceso de autogestión emocional, psicológica y también estudiantil, con la esperanza de que les sean igualmente útiles a lo largo de sus vidas.
La responsabilidad no es (solo) cosa de adultos
Quizás debido a una visión de la responsabilidad infantil más basada en la obediencia a los mayores que a la demostrada capacidad de niños y niñas para tomar sus propias decisiones, el concepto de autogestión emocional y psicológica, responsable del bienestar de propios y extraños, se ha visto circunscrito, en la mayoría de ocasiones, a la vida adulta. Aunque este extremo está siendo puesto en duda por ámbitos que van desde la defensa, por parte de sectores muy jóvenes de la población, de medidas medioambientales sostenibles, hasta la actual gestión de la crisis sanitaria en la que la responsabilidad individual de todos nosotros, mayores y pequeños, es la mejor herramienta para protegernos como sociedad.
Así pues, la responsabilidad infantil, cuyo grado de supervisión adulta varía dependiendo de la edad de los niños y niñas que la ejerzan, es una cualidad que se aprende a partir de unos pocos pero decisivos factores, que os apuntamos a continuación:
- La confianza: un elemento crucial, especialmente cuando se trata de niños y niñas. La lícita y comprensible voluntad de ayudar por parte de muchos adultos puede llegar a impedir que los más jóvenes tomen sus propias decisiones, cumpliendo a cambio con lo que creen que se espera de ellos. Demostrar confianza en que sabrán tomar la decisión más adecuada no solo los hará más responsables, sino que también mejorará su autoestima.
- El compromiso: imponerse una meta que afecte a uno mismo o a los demás, para cumplirla pese a quien pese, puede parecer una carga demasiado pesada a determinadas edades, pero es del todo necesaria para desarrollar plenamente el sentido de la responsabilidad de niños y niñas, permitiéndoles además poner en práctica sus competencias para evaluarse y, en definitiva, su capacidad para autogestionarse, tanto en sus principios como en sus posibilidades reales para alcanzarlos.
- La perseverancia: necesaria para que el compromiso recién mencionado pueda satisfacerse, la perseverancia implica además un casi inevitable grado de esfuerzo que reafirma al niño o niña en su sentido de la responsabilidad, cuando el resultado es satisfactorio.
Un conjunto de valores que confluyen en la reconfortante sensación de recuperar al menos una parte del control personal que puedan tener sobre su entorno, pero que requieren de su puesta en práctica para afinarse y podar sus inevitables contradicciones.
Cómo desarrollar la autorresponsabilidad de los más pequeños desde casa
Lavarse las manos o respetar las medidas recomendadas en esporádicas salidas a la calle se ha convertido, para muchos niños y niñas, en sus primeros ejercicios conscientes de responsabilidad personal, cuya repercusión alcanza lo social. Pero solo son algunas de las posibles formas con las que pueden ejercer su sentido de la responsabilidad desde el ámbito cotidiano, y pueden complementarse con las que os apuntamos a continuación:
- Desde una cierta mesura y asegurando espacios de tiempo libre harto necesarios, la cumplimentación de tareas escolares a distancia puede ser una muy buena forma de gestión del tiempo propio y de la asunción de objetivos a través del desarrollo de la tenacidad y la perseverancia.
- Además de generar un muy beneficioso sentido de la pertenencia a través de la cooperación, colaborar en las tareas del hogar dentro de sus posibilidades es una muy buena forma de desarrollar un sentido de la responsabilidad hacia las personas con las que conviven y su entorno más inmediato.
- Dad ejemplo cumpliendo responsablemente con lo que intentéis inculcarles de viva voz. Más que hacer lo que se les dice, los niños y niñas hacen lo que ven hacer, por lo que los primeros que debemos (o deberíamos) ser responsables somos sus mayores.
Y, en cualquier caso, el desarrollo de la responsabilidad debe adaptarse siempre a las capacidades y edad de los niños y niñas que la ejerzan, sin olvidar nunca sus necesidades para jugar y disfrutar por el mero placer de hacerlo ni caer en excesos que puedan sumar más estrés a una situación ya lo bastante tensionada emocional y psicológicamente para pequeños y mayores.
¿De qué modo ejercen su responsabilidad personal los niños y niñas a vuestro cargo? ¿Qué beneficios extraen de su puesta en práctica?
Para saber más:
- Artículo: La participación infantil: Concepto dimensional en pro de la autonomía ciudadana, por Ana María Novella Cámara.
- Artículo: El valor de la responsabilidad en los niños de educación infantil y su implicación en el desarrollo del comportamiento prosocial, por Eugenio Monsalvo Díez y Renata Guaraná de Sousa.